martes, 19 de mayo de 2015

No. No son poetas.

No. No son poetas.

No. No son poetas,
son gerentes del negocio,
ejecutivos de cama mullida
y de colchón duro.
Funcionarios del jerarca.
Funcionales.
Huelen rancios como zorrinos
y ensucian el lecho del mar
con su polvo de arenas movedizas
de aspecto populista.

Son matadores altaneros,
tullidos y cornudos satanases
ávidos de sangre ajena,
a la sombra de una piel a contraluz
de celosías entreabiertas.

Espías del contubernio viril
de la hembra incólume
al predestinado silencio,
sodomizados por el poder aberrante
bajo el paraguas del "hamás" de los jamases,
posible o improbable.

Los héroes saben
que no hay mañana en el desierto,
pero actúan como si cada nuevo día
rompiera la aurora desde su somnolencia
regalando un rayito de sol
tras la rendija de la puerta agrisada.

No son poetas, me repito.
La rareza los destempla y acobarda.
Sus turbulencias eligen adjetivo,
doctrinarias de la elegancia funesta,
sin verdad en las entrañas,
con apatía resignada.

La Palabra cambia el mundo;
ellos la dominan por oficio
mas no la adoran ni la honran.
Su dandismo infinito e inexpresable
no viaja en tren, viaja en avión,
no necesita a nadie, a nadie alrededor...
Soberbia untuosa de impenitentes genios
de la escucha absoluta del hilo musical
y el oído nulo o desahuciado.

"Alineados a la izquierda del soberano
se hallan los oficiales del orden civil,
a su derecha todo el orden militar",
embestía Bukowski
en Pompas y solemnidades.

Y en el centro presente del mandala
una víctima de la arbitrariedad:
la Tercera Posición,
femenina y sutil,
estratégica y noblemente peronista.
La que se conduele del semejante,
la que busca el justo medio peripatético
y prende semáforo rojo de advertencia.

-Alto improvisadas caricaturas de la decadencia,
(De Comandante de los Pueblos a Generala servida)
-Por aquí, Atila y sus tarpanes belicosos
no pastarán nuestras tierras.

La hierba está en cuarto creciente.
La luna, llena.




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