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martes, 19 de mayo de 2015

Pedro

Pedro

.Si hubiera conocido a pedro casariego
                                                 le habría hecho el amor
                                                              como dios manda
habría iluminado sus tigres
y administrado sus sombras de humo.
nunca he faltado a una cita- le diría en voz baja-
                                        y lo defraudaría
                                                                 porque los gatos huyen
                                         los leones se crispan
y él no era un hombre
era un suicida
                                        que murió como vivió
                                                              arrojándose a las vías del tren en Aravaca
alucinando el guion de actores secundarios en la prensa dominical
plagada de crucigramas
buscando mi boca de sed prohibida
entre pantalones azules de desdentada cremallera

Pedro solo tuvo otoños tristes
del otro lado del imbatible océano
Lejos
                                    lejos
                                    del mundanal ruido de sangre de las misses
escribió un tuit para su madre
para alivio de sus azaleas
                                   que deniegan
                                                                     la cruz

                                                                                             de su desesperación adolescente.

Sexualidad tardía

Sexualidad tardía


La poesía, esa pariente pobre de la Literatura,
que en realidad no se lee 
porque es el género más difícil de leer,
tiene algo que reclamar a los huéspedes del insulso menosprecio.
¿Son los poemas entes esquizoides?, ¿material putrefacto?,
¿afectarán sus mensajes la quejumbrosa rueca de la tarde?
¿Cabe un cielo  en el hollejo  de una fruta?
¿Se evaporará el prado de las alcantarillas,
el día después?
El punto débil que enrolla los tapices de la locura crítica
está apestando de falacias el planeta.
¿Mil años de educación no pudieron contra esto?
Me sorprendo tanto que, a veces, no me lo creo.
¿Con qué lenguaje fatídico quienes juzgan,
aman,
odian,
se escandalizan del exterminio,
copulan en mangas de camisa,
toman su café con leche imprudente
o se esfuerzan por aceptar urdimbre y trama?
Siento pena por ellos.
Antes era curiosidad, fascinación y duda.
Ahora, solo pena.
No respondo al cuerpo de secta.
Nadie es más que nadie, ni tampoco menos.
Cuando estés en condiciones de ser libre,
-si se piensa, no se entiende-
podrás hacer tu propio sistema de ideas;
ese sistema ha de ser coherente e integral.
Único.
¿Quién podría torcerte la palabra?
No repitan los discípulos a sus maestros.
Enséñenles su propuesta humildemente,
como un vasallo,
sin desterrar la sabiduría cuajada en las bibliotecas.
Así nace un poeta.
Te puedo asegurar, amigo mío,
lector entre lectores,
que la mayoría se contenta con el papel
que los habilita como catedráticos
y no tienen idea cabal de lo que significa
la cohesión inaugural de pensamiento lírico,
aún sumido en arrabales oscuros
o ahogado en las costas de islas inhabitadas.
Convengamos sobre su alto grado de ignorancia en el vuelo imaginativo
y  no frivolicemos la abstracción de sus opacidades,
porque ellas resisten su desarrollo o deterioro,
a solas o en cálido concubinato.
La poesía, al igual que el sexo, se aprende a edades tardías.
Cualquiera puede hacer un cuadro
en blanco
y alegar que es arte del vacío.
Raramente, si alguna vez ocurre,
mean fuera del tarro,  quienes tienen algo que decir.
Volar no es solo para los pájaros.
Anímate a ser caballo alado.



María de la Tierra

María de la  Tierra 
                                                  A Antonin Artaud

Por la tierra oblicua avanza una babosa:
se estrella con un Ave María,
la estrella como una Ave María,
La estrella come un ave, María...
María de la Tierra...
María que avanza en el cielo barbado
de estrellas oblicuas
luce un corazón de ave babosa.
María sin estrella: Lucía con ave
oblicua y come babosas
en la tierra, descorazonadamente
abandonada por una barba de estrella.


Las cosas pasan...

Las cosas pasan…

Las cosas pasan porque tienen que pasar.
Al fin he comprendido que lo que no se puede no se debe.
Lo que solía preguntarme era por qué tantos cómplices.
No podía creer que el avaro dinero fuera el motor de fuerza
de rémoras de gente maleducada
que dice estar cerca de los artistas,
moviendo los hilos
de una cultura feroz y presumida.
Traté de entender el porqué de mi linchamiento obsesivo.
Propicié  la verdad en su lugar
como forma de belleza infinita.
Qué loco.
¿Dónde está el talento artístico del  detractor?
Cuando el psicoanálisis es solo una bella literatura
bregar por su fundamentalismo
es un síntoma de penetración abstracta,
por oscura inmodestia de fantasmas congénitos.
Disparate del egoísmo que  reina
y tiene como brazos ejecutores a los miserables,
malhadados, mezquinos de siempre:
Los instigadores de bombacha sucia,
continuadores del programa,
oficiando como satélites de la gran farsa universal.
La reflexión filosófica, su aprendizaje
inacabable,
inabarcable,
no cabe en sus escuetos planes de progreso.
Siguen buscando la mágica respuesta
a sus problemas de comportamientos  sociales
en el vino embriagador del borracho
y en la desnudez de alquiler de secuaces de turno,
por ausencia de reglas éticas coherentes.
Cuando el móvil es un lucro perverso,
solo impregna malestar
esa voracidad de acumular valores
que no podrán usar en cien vidas corridas.
Aún en perjuicio de los Otros,
barren la cresta de la ola
con su monótono culto evocativo:
“enfermedad es pecado”,
“terapia es confesión”,
y no sienten vergüenza,
porque el pueblo adormecido los erige
en monumentos,
por temor de sus bocas de lobos acuciantes.
¿Y a santo de qué tanto pilar de inútiles encorvados
exhibiendo lenguas de trapo
y muñecos de nieve como trofeos antiguos?
El tiempo decantará material de primera línea del trabajo de creadores
y conservará estereotipos que ahora parecen míticos.
El tiempo humano, no el tiempo de los dioses
de la eternidad serena,
que como bien intuimos
se mofa de la gloria que puede extenderse
algunos pocos cientos de años,
para estos zafios vulgares del malvivir,
que exprimen su pastura beligerante
cavando su propia tumba en el desierto.


               

Hipótesis

Hipótesis

A Rocinante le gusta mucho relinchar.
Y a mí también me gusta mucho relinchar.
¡Justí-í-í-í-cia! ¡Oh, qué hermoso relincho!

The most beautiful knight of the worid.
León Felipe.

El comandante terminó asesinado en un barranco.
Nadie dijo esta boca es mía.
Pablo Neruda.

A la puta que se llevó mis poemas
Charles Bukowski

Supongamos:
-es una hipótesis-,
que usted hace un poema.
Pero, usted
es un despachante de Aduanas
de la plebe.
Supongamos,
-en la hipótesis-,
que llegan los corsarios,
se internan en su cueva
y se lo roban.

Le han quitado,
una música,
una idea,
un feto por nacer,
la floración de la rosa,
una herejía.
Le han sacado en un tris,
-esta es la hipótesis-,
una ribera
donde va a dar su río de palabras,
un cordel para atar el firmamento,
un quirófano del alma,
una clepsidra en un verso
adjetivada.
Le han quitado de la boca,
en extramuros,
frases hechas, para siempre;
una biblioteca de noches despedidas,
la fe en la Humanidad
y el desconsuelo.
Supongamos que usted gestó un poema,
envuelto entre las sedas de un gusano
melancólico,
y presenció pasmado y discreto,
es una hipótesis,
como el pirata se lo vendía al vulgo,
y el vulgo, que era el suyo,
aclamaba como héroe al desgraciado.

Supongamos,
y siguen las hipótesis,
que fueran dos poemas,
Que fueran diez o doce.
O mil cincuenta.
¿Usted qué haría?
No vale maldecir ni enfurruñarse,
No vale que se atasque o se resigne.
No vale calumniar en una oda.
No vale darle impronta a los muy turros.
Es una hipótesis. Pero, entonces,
¿usted qué haría?

Recuerde que usted es
un triste despachante de Aduanas
de la plebe

y un pirata le ha robado sus poemas.