martes, 19 de mayo de 2015

Miscelánea

Miscelánea

Estoy fuera de lugar. Me doy cuenta.
Aprovecho la indiferencia anómala
para abrirme al susurro de una fuente
y regar los jardines de mi casa;
para dar largos sorbos al anhelo,
cambiar el paso troceado
en tácita angustia,
y sonreír sin ganas.
Presumo de
menospreciar los embates del viento
que cambia dirección, música y viaje,
y aguanto  el dolor que no se calma en oraciones.
Pellizco
un montón de miradas  inservibles,
archivadas en algún sitio voluble.
Las atrapa el colmillo de la bestia.
La muñeca de la mano, rota,
no puede escribir versos olvidables
y crecen cicatrices como hongos.
La torre del ajedrez
envuelta en llamas de misericordia
danza con sus siete velos
y se enroca
en sábanas de colores arruinados,
torcidos,
desgarbados.
Desde mi plataforma otoñal
un toro rojo
no sale de su asombro
e invoca su plegaria.
No hay salvamento para esta mitad
desarmada,
desamada,
que se inclina sobre el rocío
y, sin discernimiento, administra el llanto.
Es mi holograma de sombras el que disloca
cascadas de aguas tan profundas
que contrastan con la Garganta del Diablo,
cataratas en la que caben mis huesos
y mis despiadadas misceláneas fiduciarias
que esperan tu regreso
con fiebre de presidiario inocente
en vísperas de rigor mortis.






El azar

El azar

El azar, que es la vida misma,
vino como una ola de fuego
a quebrar las piernas de los jinetes
encarnados en la ingente telaraña
de la calma chicha.
Entraba en la noche
púlpito de nostalgias,
en una vaguedad de ocres
y grises que iban cambiando
poco a poco.
A lo lejos, gigantescos moros
se precipitaban sobre las cabezas,
gritaban gravemente
los viejos y los mariquitas;
rogaban los arquitectos
tras el derrumbamiento y el sudor;
olía a quemado la Belleza.
Terminaba en incendio
la sequía lustral, onerosa.
La orquesta siguió tocando
al ritmo respiratorio
como un simulacro de batalla.
Flotaba en el aire una espesa nube
de humo y nicotina.
Y allí, parada como un mimo
con su máscara de tiza blanca
cruzó la voluptuosa Eros el umbral,
vestida de gala para coronar
al más simple de los mortales,
a la más humana y obstinada
de todas las bestias vivientes,
al divino animal devorador del Tiempo
que me refleja en los vidrios espejados
de este humilde dormitorio.          




Hay un problema conmigo

Hay un problema conmigo


Verdaderamente, debo admitir
que hay un problema conmigo.
No sé bien cuál es, ni sé por qué.
Trato de dilucidar la cuestión
sin éxito y sin fracaso.
No existe una respuesta prematura.
Hay un problema conmigo.
Una molestia visible y embarazosa.
Mis amigos son corteses, pero me evaden.
Mis enemigos son infames, aunque me adulen.
Los lerdos me envidian.
Los extraños no me reconocen y crepitan.
Está todo bien, y de repente,
oigo el cuerno de De Vigny,
“En la tarde, desde el fondo del bosque”
y el cuerno se vuelve papel picado,
mascarada bajo la lluvia,
precio,
deprecio,
aprecio
superficial y agudo
queriendo advertirme que no hay retumbos
ni perversión ni desventura,
tan solo una existencia penosa
en la que hay un problema conmigo.
Los candados no cierran a la hora indicada
y la celda que ocupo se torna pegajosa.
Los relojes aparentan atrasar en su rauda carrera.
El teléfono suena como una alarma seca
y los grilletes de los regimientos
parlamentan desde una distante verbosidad
armoniosa, profunda, enajenada,
como si fuera yo un rey sabio o una idiota   rimbombante.
Nadie es natural, naturalmente,
con los viejos desdichados ni con las eminencias.
La atmósfera se ha enrarecido
con lecciones de gramática
en quemadores de alcohol,
y ventas al menudeo
de abundantes autores de poemas
de estética consagrada
hasta la desesperación.
Odio los timbres, las locomotoras,
los discursos presidenciales
en cadena nacional
y los premios arreglados.
Odio el temblor de los enfermos
y la felicidad de los ingenuos.
Hay un problema conmigo:
un caballero me ama sorda,
inconsolablemente.
Va soltando pétalos en un vaso de cristal
igual que un águila herida,
desangrándose
semejante a un trapero de pasiones.
Mi indiferencia lo abate y entristece.
Nada puedo hacer.
Porque no sé si les dije:
Hay un problema insoluble conmigo.
Hay un vacío que no admito subsidiar.
En la soledad aguanto y discurro.
Hay una sombra
que se persigna irreverente ante mi cuerpo
con las alas rotas y la lengua balbuciente
de los neuróticos convulsos.
Hay un pedido de auxilio evanescente
que parte mi cabeza en cuatro,
cada dos por tres,
cuando el hombre de los mil pétalos
me bautiza y me reclama
y no estoy para él
puesto que exige mi manumisión.
Hay un problema conmigo.
Hay un problema
que no muestra pretexto ni escapatoria.
Hay un problema conmigo.





La última literatura

La última literatura

“…y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.”
Joan Margarit


En el desmoronado mediodía
se escucha del amor, punzante el ruido
de las cuerdas de una guitarra.
Rozo tu intransitable anatomía,
fauna de ausentes besos al descuido,
con piel de anfibio que te sabe amarra.

Soy tan poco fiable en el estrado
que arrastro nuestra sed y podredumbre
por querer descifrar todas las cosas.
Son mis cartas de amor desesperado
causales de imperfecta incertidumbre,
mortal estorbo,  lanzas caprichosas.

Guárdalas como escudo de otros soles
e intenta perdonar, si no te importa,
los ritmos que tejieron mi bandera;
que la copa evapora los alcoholes
se astilla, nos recalca y se comporta
como si nada bueno sucediera.

Las voces de la magia se desquitan,
una vez y otra vez, como queriendo
imponer el olvido a la cigarra.
A pesar de nacer, se fagocitan,
sobresalen del cubo y siguen siendo
la fastuosa pasión que nos desgarra.

El hombre del cabello invisible

El hombre del cabello invisible


El hombre del cabello invisible se parece a mí.
Y me gustan los pelados.
Los bien pelados.
Los peladitos.
Los pelados incipientes.
Los pelados de peluquín.
Los calvos
y los burucuyás pelados y repelados.
También me gustan los hombres
con todo el pelo sobre la cabeza
(preferentemente los prefiero con cabeza)
y de no ser posible:
los que tienen un pelo de donde colgarse.

Quien no entendió que hay personajes
que patrullan mitos urbanos
tiene ruina pronosticada por falta de empatía,
incendia un sistema revisitado.
Algunos delegados
moderan el sitio
porque disfrutan al hacerlo.
Los malalengua,
chorlitos a destiempo, afeminados,
confunden Libertad con Cualquier Cosa.
La libertad no debe estar amordazada.
Nadie quiere enzarzarse en un pleito de incierto resultado.
Enredados en mil batallas
no tenemos tiempo ni energía para otra más.
Eres una persona culta.
El poder tiene muchos tentáculos y redes
traídos de los pelos.
Imposible tirarse en solitario contra ellos.
Dime qué se podría hacer
ante una decisión tomada e irrevocable,
con orfandad como destino,
y te enviaré un fichero de disculpas,
como si fuera un saxofón ardiendo
en noches filarmónicas de jazz sessions.
Al pelotón de cómplices no les tiembla el pulso
y se encasquetan.
“Relación entre negros y cáscaras de mandarina”
dice un amigo,
sin duda-desnuda.
Soy la novia invisible del hombre invisible.
Sin quererlo, le huele el pelo a caña quemada
y cordilleras de cemento.
Una mente separada de su cuerpo
sugiere un exilio triste.
Y sin embargo,

Noi siamo così felice.

Pedro

Pedro

.Si hubiera conocido a pedro casariego
                                                 le habría hecho el amor
                                                              como dios manda
habría iluminado sus tigres
y administrado sus sombras de humo.
nunca he faltado a una cita- le diría en voz baja-
                                        y lo defraudaría
                                                                 porque los gatos huyen
                                         los leones se crispan
y él no era un hombre
era un suicida
                                        que murió como vivió
                                                              arrojándose a las vías del tren en Aravaca
alucinando el guion de actores secundarios en la prensa dominical
plagada de crucigramas
buscando mi boca de sed prohibida
entre pantalones azules de desdentada cremallera

Pedro solo tuvo otoños tristes
del otro lado del imbatible océano
Lejos
                                    lejos
                                    del mundanal ruido de sangre de las misses
escribió un tuit para su madre
para alivio de sus azaleas
                                   que deniegan
                                                                     la cruz

                                                                                             de su desesperación adolescente.

Sexualidad tardía

Sexualidad tardía


La poesía, esa pariente pobre de la Literatura,
que en realidad no se lee 
porque es el género más difícil de leer,
tiene algo que reclamar a los huéspedes del insulso menosprecio.
¿Son los poemas entes esquizoides?, ¿material putrefacto?,
¿afectarán sus mensajes la quejumbrosa rueca de la tarde?
¿Cabe un cielo  en el hollejo  de una fruta?
¿Se evaporará el prado de las alcantarillas,
el día después?
El punto débil que enrolla los tapices de la locura crítica
está apestando de falacias el planeta.
¿Mil años de educación no pudieron contra esto?
Me sorprendo tanto que, a veces, no me lo creo.
¿Con qué lenguaje fatídico quienes juzgan,
aman,
odian,
se escandalizan del exterminio,
copulan en mangas de camisa,
toman su café con leche imprudente
o se esfuerzan por aceptar urdimbre y trama?
Siento pena por ellos.
Antes era curiosidad, fascinación y duda.
Ahora, solo pena.
No respondo al cuerpo de secta.
Nadie es más que nadie, ni tampoco menos.
Cuando estés en condiciones de ser libre,
-si se piensa, no se entiende-
podrás hacer tu propio sistema de ideas;
ese sistema ha de ser coherente e integral.
Único.
¿Quién podría torcerte la palabra?
No repitan los discípulos a sus maestros.
Enséñenles su propuesta humildemente,
como un vasallo,
sin desterrar la sabiduría cuajada en las bibliotecas.
Así nace un poeta.
Te puedo asegurar, amigo mío,
lector entre lectores,
que la mayoría se contenta con el papel
que los habilita como catedráticos
y no tienen idea cabal de lo que significa
la cohesión inaugural de pensamiento lírico,
aún sumido en arrabales oscuros
o ahogado en las costas de islas inhabitadas.
Convengamos sobre su alto grado de ignorancia en el vuelo imaginativo
y  no frivolicemos la abstracción de sus opacidades,
porque ellas resisten su desarrollo o deterioro,
a solas o en cálido concubinato.
La poesía, al igual que el sexo, se aprende a edades tardías.
Cualquiera puede hacer un cuadro
en blanco
y alegar que es arte del vacío.
Raramente, si alguna vez ocurre,
mean fuera del tarro,  quienes tienen algo que decir.
Volar no es solo para los pájaros.
Anímate a ser caballo alado.



María de la Tierra

María de la  Tierra 
                                                  A Antonin Artaud

Por la tierra oblicua avanza una babosa:
se estrella con un Ave María,
la estrella como una Ave María,
La estrella come un ave, María...
María de la Tierra...
María que avanza en el cielo barbado
de estrellas oblicuas
luce un corazón de ave babosa.
María sin estrella: Lucía con ave
oblicua y come babosas
en la tierra, descorazonadamente
abandonada por una barba de estrella.


Las cosas pasan...

Las cosas pasan…

Las cosas pasan porque tienen que pasar.
Al fin he comprendido que lo que no se puede no se debe.
Lo que solía preguntarme era por qué tantos cómplices.
No podía creer que el avaro dinero fuera el motor de fuerza
de rémoras de gente maleducada
que dice estar cerca de los artistas,
moviendo los hilos
de una cultura feroz y presumida.
Traté de entender el porqué de mi linchamiento obsesivo.
Propicié  la verdad en su lugar
como forma de belleza infinita.
Qué loco.
¿Dónde está el talento artístico del  detractor?
Cuando el psicoanálisis es solo una bella literatura
bregar por su fundamentalismo
es un síntoma de penetración abstracta,
por oscura inmodestia de fantasmas congénitos.
Disparate del egoísmo que  reina
y tiene como brazos ejecutores a los miserables,
malhadados, mezquinos de siempre:
Los instigadores de bombacha sucia,
continuadores del programa,
oficiando como satélites de la gran farsa universal.
La reflexión filosófica, su aprendizaje
inacabable,
inabarcable,
no cabe en sus escuetos planes de progreso.
Siguen buscando la mágica respuesta
a sus problemas de comportamientos  sociales
en el vino embriagador del borracho
y en la desnudez de alquiler de secuaces de turno,
por ausencia de reglas éticas coherentes.
Cuando el móvil es un lucro perverso,
solo impregna malestar
esa voracidad de acumular valores
que no podrán usar en cien vidas corridas.
Aún en perjuicio de los Otros,
barren la cresta de la ola
con su monótono culto evocativo:
“enfermedad es pecado”,
“terapia es confesión”,
y no sienten vergüenza,
porque el pueblo adormecido los erige
en monumentos,
por temor de sus bocas de lobos acuciantes.
¿Y a santo de qué tanto pilar de inútiles encorvados
exhibiendo lenguas de trapo
y muñecos de nieve como trofeos antiguos?
El tiempo decantará material de primera línea del trabajo de creadores
y conservará estereotipos que ahora parecen míticos.
El tiempo humano, no el tiempo de los dioses
de la eternidad serena,
que como bien intuimos
se mofa de la gloria que puede extenderse
algunos pocos cientos de años,
para estos zafios vulgares del malvivir,
que exprimen su pastura beligerante
cavando su propia tumba en el desierto.


               

Gorda de Botero

Gorda de Botero


La belleza de la gorda,
¡qué belleza!
Gran Botero cultor del erotismo.
La ríspida flacura de la moda
exacerba tu mente y me estremece.
Un mundo donde carnes voluptuosas,
y grasas esmeradas y cerriles
triangulen
tu visión de la locura amatoria,
se avecina,
se presiente,
devolviendo el sentido
a los placeres
sin privarse de los dones.
¿Quién puede ser feliz en la apretura?
No hay pechos abreviados,
no hay festones
que realcen el trasmundo que visitas;
hay mujer
en la forma desbordada,
en la calenturienta raza que perfilas
y sentencias
como mago inusual, como poeta.

En las columnas que sostienen a tus dioses,
de piernas excesivas y redondas
amparas al destino y lo iluminas.
En nombre de las gordas
te redimo del torpe crítico
esclavo de pasarelas de anorexia.
Por la dieta frustrada en espejismos,
por el terco tamaño de caderas
que anhelan hijos tuyos,
hombre eterno, yo te amo.

Por la piel que delata con vehemencia
la lujuria que ofrendas en tus cuadros
que liban como célibes abejas
el dolor del vacío,
te declaro pastor de los rebaños.
Galardono el coraje de tus fuegos,
los añejos fanales del pincel,
la axila remontada,
las drupas de los pechos orgullosos,
y rezo por la luz de tu mirada,
la devota luz que enciendes en la tarde.


Hipótesis

Hipótesis

A Rocinante le gusta mucho relinchar.
Y a mí también me gusta mucho relinchar.
¡Justí-í-í-í-cia! ¡Oh, qué hermoso relincho!

The most beautiful knight of the worid.
León Felipe.

El comandante terminó asesinado en un barranco.
Nadie dijo esta boca es mía.
Pablo Neruda.

A la puta que se llevó mis poemas
Charles Bukowski

Supongamos:
-es una hipótesis-,
que usted hace un poema.
Pero, usted
es un despachante de Aduanas
de la plebe.
Supongamos,
-en la hipótesis-,
que llegan los corsarios,
se internan en su cueva
y se lo roban.

Le han quitado,
una música,
una idea,
un feto por nacer,
la floración de la rosa,
una herejía.
Le han sacado en un tris,
-esta es la hipótesis-,
una ribera
donde va a dar su río de palabras,
un cordel para atar el firmamento,
un quirófano del alma,
una clepsidra en un verso
adjetivada.
Le han quitado de la boca,
en extramuros,
frases hechas, para siempre;
una biblioteca de noches despedidas,
la fe en la Humanidad
y el desconsuelo.
Supongamos que usted gestó un poema,
envuelto entre las sedas de un gusano
melancólico,
y presenció pasmado y discreto,
es una hipótesis,
como el pirata se lo vendía al vulgo,
y el vulgo, que era el suyo,
aclamaba como héroe al desgraciado.

Supongamos,
y siguen las hipótesis,
que fueran dos poemas,
Que fueran diez o doce.
O mil cincuenta.
¿Usted qué haría?
No vale maldecir ni enfurruñarse,
No vale que se atasque o se resigne.
No vale calumniar en una oda.
No vale darle impronta a los muy turros.
Es una hipótesis. Pero, entonces,
¿usted qué haría?

Recuerde que usted es
un triste despachante de Aduanas
de la plebe

y un pirata le ha robado sus poemas.